Hace unos días, el que escribe, tuvo la suerte de poder asistir, animado por D. Daniel Riquelme, a los ejercicios de Cuaresma que se realizaron en el seminario de Orihuela, una experiencia impresionante que no paro de recomendar, pues si bien es cierto que en la vida hay cosas que te cambian, esta ha sido una de ellas, el formador, increíble, profundo, claro y conciso, es imposible destacar algo porque todo fue precioso, desde aquí os iremos animando a acudir a estos ejercicios, o meditaciones etc... que sirven para crecer espiritualmente, abriendo los ojos a un mundo que necesita a Dios por encima de todo.
Por otro lado, hoy como buen Viernes, hablaremos de ayer, del curso de bordado en Hilo de oro que una vez más realizamos. Como decimos todos los viernes, las horas pasaron volando, la pieza ya tiene prácticamente toda la dirección cosida a falta del remate final, además ayer llegó el hilo amarillo con el que se da la puntada, y la manta (muletón) de algodón de relleno, en breve, tendremos aquí el fieltro de algodón y el hilo de oro y si Dios quiere empezaremos a darle caña real a la saya, sinceramente, este curso está sirviendo de mucho y esperamos que le sirva de mucho a nuestra hermandad.
Por otro lado, como cada año, lo celebramos, y es que ayer también llegó de Sevilla el Incienso que nuestra hermandad utiliza para su estación de penitencia, como cada año, el olor a canela, clavo y vainilla, inundo la estancia que presencio su apertura, deseando estamos una vez más probarlo, que tendrá su primera prueba, si Dios quiere, como cada año, la noche de montaje de los paso, cuando se inciense las diferentes partes que forman los pasos. El año pasado, nuestro incienso, sirvió también para perfumar la noche de Jueves santo en la procesión del silencio, pues, gustosamente les cedimos e mismo, y un inciensario, para que la noche más oscura, tuviera un ápice de dulzura, previa a la resurrección.
Por último, hoy retomamos la limpieza de nuestros enseres, en el lugar habitual de limpieza, allí andamos dándole a los trapos, a los decapadores y a distintos productos, para dejarlo todo impoluto para la madre y el hijo de Dios, pues quien si no ellos, se merecen nuestro mayor esfuerzo.