sábado, 11 de diciembre de 2010

Viaje al Rocío 3.

A la mañana siguiente, poca prisa había, así que, para muchos, el desayuno casi fue almuerzo. Una vez recobradas las fuerzas, marchamos a la Ermita para ver a la Virgen del Rocío, la hermandad del Rocío de Alicante estaba realizando su misa de peregrinación, misa que fue una verdadera maravilla, en todos los sentidos, una vez terminada la misa, otro simpecao entraba pero dio tiempo a ver parte de la Ermita, y rogarle a la Virgen, también a tocar parte del trocito de manto, que la Virgen tiene en un lado de la Reja. Después compramos recuerdos, pusimos velas, por los que más queremos y volvímos a casa, poco a poco, sin prisa y observando el maravilloso paisaje de las marismas.
La comida espectatuclar, en la cocina, mientras se cocinaba, canciones sin parar, bailes, media casa bailando y la otra palmeando. En la tarde comenzó a llover y muchos decidieron reposar la comida con una buena siesta, otros estuvieron toda la tarde hablando, comiendo chocolate y un dulce muy bueno realizado por mujeres de la casa. En el atardecer la lluvia no daba tregua, pero el ánimo no decaía, mientras los cantos subían del comedor, en el piso de arriba, se montó una improvisada peluquería bastante bastante divertida, mientras los hombres, abajo, conversaban entre cantos y palmeos. Por la noche, un grupo decidido, se lanzó a volver a la Eremita antes de que cerraran, el Rocío, parecía una verdadera laguna, pero para muchos, esa Odisea no se olvidará nunca.
La cena fue increiblemente divertida, un ambiente de alegría y de jobialidad, lo cubría todo, y a todos, fue entonces, cuando surgió la idea de que tal vez el autobús no pudiera regresar al día siguiente por la cantidad de agua que había caido, algunos nos preocupamos por la reacción de la gente, pues pensábamosa que podrían enfadarse, pero fue todo lo contrario, muchos decían: - Pues nada, aviso a mi jefa y le digo que no voy-. Esa idea hasta cuajó, a muchos los ilusionó el pasar otro día más allí.
Aquella noche terminó muy muy muy tarde, entre cantes, entre diversión, con el rezo de la salve y compartiendo momentos que hoy provocan tanta emoción.
A la mañana siguiente, la casa era un hervidero, durante la noche había dejado de llover y el autobús, podía volver a Albatera. Alrededor de las once de la mañana, el autobús partió de la Aldea del Rocío, lleno de toda esa buena gente con la que compartimos tanto y que ya ha dejado marcada su hueya en esas benditas arenas, esperando con nostalgia, poder volver pronto.
Un grupito reducidó nos quedamos allí, para ordenar y limpiar la casa, asitímos a al Vigilia de la Inmaculada y realizamos una fugaz escapada a Sevilla, pero esa, es otra historia.
Simplemente agradecer a todas las buenas personas que han hecho de este viaje, un recuerdo inolvidable.