Cuando ya todo pasa, cuando por delante ves, que ahora, vuelve a quedar esa cuenta atrás interminable, el consuelo se guarda en la Esperanza y en el trabajo bien hecho. El que anoche viera a la Esperanza de Albatera, caminando entre su gente, con su pueblo, sabe bien, de lo que estoy hablando. Cuanta gente nos acompañó ayer, que recibimiento más grande que le dispensó el pueblo, cuanta emoción contenida, cuantos momementos vividos, cuantas lágrimas... y sobre todo, cuanto amor, Dios mio.
Somos conscientes, de los numeros fallos que cometimos, de la cantidad de nervios que llevábamos encima, de la tensión con la que enfocabamos la salida, pero todo aquellos pasó, cuando los costaleros, a cuatro patas, llenaron un pueblo entero de Esperanza. Cada levantá, cada chicotá, cada levantá por los barrios, por los difuntos, la petalada ( con cable de telefónica incluido), por ese buen hombre que es José Tomás, por toda su familia, por un buen amigo, un gran hermanos, y una mejor persona, es que es algo que no se nos va a olvidar nunca, y con lo que tenemos que estar sintiéndolo un año entero para que nos de fuerza. Disculpad que sea tan emotivo y tan poco comunicativo pero, os podeis creer que aún se me están inundando los ojos de lágrimas conforme voy escribiendo estas líneas. Si es que la emoción no se peude borrar tan rápido.
Pronto harmeos la crónica, paso a paso, de ese enorme sentimiento que fuer, ayer, la Estación de Penitencia de Ntra. Sra. de la Esperanza. Y muchñisimas gracias a todos por querer, tantísimo a la madre de Dios.